Las áreas naturales protegidas son consideradas como una de las mejores estrategias de conservación de la diversidad biológica in situ, sin embargo, no son suficientes, ya que muchas de estas áreas se encuentran en entornos transformados por espacios y prácticas de ocupación del territorio y aprovechamiento de los recursos naturales. En tal sentido, se necesita una gestión que integre una amplia variedad de oportunidades de conservación in situ.